Tocar música y diferentes tipos de flautas es una de las cosas más maravillosas que recuerdo, desde que tenía 7 años. Después de haber estudiado música clásica en el conservatorio y en la facultat de musicología, no fue hasta el año 2003, en la primera edición de los seminarios del Labyrinth en Creta / Grecia, que se abrió para mi un mundo musical sorprendente, mediante el estudio de músicas e instrumentos de Turquía, Bulgaria, la India y muchos otros territorios. Desde entonces, me convertí en “adicto” de los seminarios del Labyrinth, repitiendo año tras año, a veces incluso dos veces al año. También hice de voluntario, organizador de seminarios, y más tarde, de profesor.
Desde el año 2005 viajo a España y Cataluña con regularidad, la mayoría de las veces tocando y enseñando, invitado por Efrén López.
Así pues, cuando me mudé a Cataluña en 2015, y Cardedeu se convirtió en mi base permanente, me pareció muy natural trasladar este esfuerzo musical e iniciar el proyecto del Labyrinth Catalunya aquí, juntamente con la “autóctona” Anna Pont. Cada año el proyecto ha ido creciendo y me siento muy afortunado y feliz de formar parte de este grupo juntamente con Anna, Laura Freire, Estel·la Broto, Jordi Alsina y Efrén López.
Decidí que dedicaría mi vida entera a la música a los nueve años de edad, después de despertar de un desmayo provocado para soplar demasiado fuerte mi trompeta, el instrumento con el que me inicié. Muy pronto comprendí que, de hecho, lo que más placer me proporcionaba de la experiencia musical no era simplemente tocar un instrumento, sino compartir, tocar con otras personas y conectar con ellas de esta manera. No transcurrieron muchos años hasta que decidí pasarme a la guitarra, instrumento con el que me identificaba mucho más, añadiendo más tarde otros instrumentos de cuerda.
Muchos años más tarde, Ross Daly fue mi primer maestro de músicas tradicionales, de él tomé clases de bağlama turco durante una estancia en la isla de Creta en el año 2000. Al conocer su ̶entonces todavía futuro ̶ proyecto de crear el centro Labyrinth, no dejé de estar al acecho, esperando el momento en que abriera finalmente sus puertas, intuyendo que sería un lugar donde tendría mucho que aprender. Así fue, y desde el inicio de las actividades de la escuela no he faltado ningún año, en un principio como alumno, y desde 2006 también como profesor.
Esta genial idea del Laberinto que en un principio parecía tan utópica, se ha establecido con fuerza en Creta, su lugar de origen, después de superar muchos obstáculos, y desde hace unos años ha comenzado a esparcirse también en muchos lugares de todo: Canadá, Italia, Cataluña, con varias «sucursales» más en proyecto.
A pesar de llevar el mismo nombre, la idea siempre ha sido que cada centro Laberinto tenga su propia personalidad y autonomía, con rasgos únicos que adaptan el espíritu primigenio a cada lugar específico.
Es un placer enorme para mí formar parte de alguna manera de esta gran familia. También de nuestra pequeña familia de Labyrinth Catalunya, y invito a todos a apoyar, valorar como se merece y engrandecer este proyecto único en nuestras tierras.